Ese personaje que todo empleado teme, se le conoce como antilíder, es un rol que toda empresa debe evitar.
Ese personaje que todo empleado teme, se le conoce como antilíder, es un rol que toda empresa debe evitar. Es una persona con ausencia de competencia válida para motivar a terceros, para guiar un equipo humano hacia un objetivo específico y transformar escenarios. El antilíder solo busca su propio beneficio, consigue crear antagonismo, disminuir su falta de habilidades, tiene conducta autoritaria. Los buenos líderes no nacen, los buenos líderes se hacen. Aun así, existen personas que se ven así mismas como individuos especiales, dotados de habilidades natas para ejercer un cargo de poder.
El objetivo del antilíder es conservar su poder a través de una serie de fieles acólitos. Realmente es una manzana podrida dentro de una organización, que sabotean todo tipo de progreso, ya sea de la organización como de sus empleados. Estos quedan en medio del arrastre en una tónica sin sentido.
Son las frutas podridas del tejido empresarial, presencias que corrompen todo intento de progreso. Tanto de la propia organización como de los empleados, quienes quedan atrapados por esas dinámicas sin sentido. En estos contextos, es muy típico llegar a situaciones potencialmente estresantes y denigrantes. Los antilíderes no son formadores de equipos. Se limita a promoverse a sí mismo. Este antilíder usa el conflicto en su beneficio, se alimenta de él.
Rasgos del antilíder
Los líderes con éxito, reciben grandes cumplidos, se les halaga por su capacidad, inteligencia, su innovación, sus herramientas comunicativas, empatía, motivación, visión positiva y capacidad de inspirar a otros. Adicionalmente, a todas estas competencias que se desarrollan de la propia formación, existe otro elemento fundamental. La integridad humana no se adquiere tras un diploma, un líder exitoso es una persona comprometida, honesta y ética. Sin embargo, el antilíder antepone sus necesidades y su visión a las de la empresa. Esta situación explica claramente por qué las renuncias de los directivos principales tienen como motivo la falta de integridad o el fraude. Lo último que necesita una empresa es una figura deshonesta liderando sus equipos de trabajo, esto se conoce como liderazgo destructivo. Un ambiente laboral dominado por un antilíder está lleno únicamente de sometimiento y miedo, no se permite el talento de las personas, solo se premia la sumisión, algunos rasgos que definen a un antilíder son:
Reactivos, negativos y sin responsabilidad
Las personas definidas por un liderazgo destructivo, cuando aparece un problema, ven solo más problemas. Cuando una dificultad se hace presente, fallo, imprevisto o fracaso, lo primero que suelen hacer es buscar algún culpable. Son personas reactivas, eluden todo tipo de responsabilidad ante los fracasos y fallos. En cambio, los líderes son proactivos.
Impredecibles y confusos
Un líder sabe cómo transmitir mensajes positivos invitando a la superación de su equipo de trabajo, representan una figura de inspiración donde las personas siempre buscarán dar lo mejor de ellos. En cambio, el antilíder ofrece mensajes desordenados o difusos. Por lo general causan desmotivación, miedo y confusión. No son de fiar, hoy pueden brindar una orientación que mañana puede desmentir, son expertos en disfrazar mentiras, crear atmósfera de incertidumbre y en cambiar de opinión constantemente.
No recompensa el talento, solo la lealtad
Los profesionales con talento se desvanecen cuando en una empresa existe un antilíder que domina. Para el antilíder no tiene cabida una persona con talento, le ven como una amenaza, pueden ser mejores y cambiar las cosas en su contra. Por esta razón, las empresas dominadas por un antilíder premian la obediencia y la lealtad, así aseguran que nada varíe.
Sacan partido de los conflictos, dejan enemigos a su paso
El antilíder volatiliza las alianzas positivas, lo más típico es que lleven muchas desavenencias, su carácter va dirigido al conflicto, su lema predilecto puede ser él se divide y vencerás.
Podemos concluir que un antilíder plantea un liderazgo autoritario, donde solo se escuchará un mando y ordeno. Cualquier trabajador que se atreva a cuestionar su autoridad pasa inmediatamente a su lista negra, se le puede comenzar con despedirlo o replenderle. El antilíder suele ser narcisista, característica que explica por qué se anteponen a sí mismos antes que los demás. Los valores de un antilíder son cuestionables y débiles, no tienen ética, son expertos en crear un clima laboral de miedo para aprovecharse y sacar beneficio de las preocupaciones de otros. Este está acostumbrado a manipular, culpar, someter y amenazar, buscando siempre el beneficio personal.
Muy atrás debe quedar esa época donde el ejecutivo era agresivo, ese líder con tendencias narcisistas que ejercía el poder absoluto. Actualmente, es prioridad encontrar figuras que sepan dar valor al talento para dirigir equipos felices y avanzar exitosamente en todos los objetivos por alcanzar.
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