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¨La decepción es ese movimiento de sorpresa y tristeza que nos golpea cuando no obtenemos aquello que esperábamos y que confiábamos que sucedería.¨
Solemos decepcionarnos, ya que en nuestro cerebro existe una vida de cosas grandiosas, tenemos altas expectativas, con un gran potencial de valores y principios que en muchas ocasiones sobrepasan la perspectiva real. En algún momento sucede algo contradictorio, algo sin previsión, y nuestro mundo se derrumba y entramos en una gran decepción.
Algunas veces las personas le dan demasiada relevancia a cómo otros se alojan en sus vidas, según nuestras creencias, sobre cómo deberían comportarse, solemos poner un estereotipo a las personas, si deben ser cariñosas, comprensivas, siempre estar atentas a nuestra vida, etc,. Si nuestros amigos deben estar ahí para nosotros, nuestra pareja debe velar sólo por nosotros. En caso que estos patrones ideales de comportamiento se salgan de lo que consideramos deben ser, nos decepcionamos y nos causa tristeza.
No sólo sentimos decepción hacia otras personas, sino que podemos sentirla hacia nosotros mismos, en todas esas situaciones donde consideramos que no hemos estado a la altura o que no hemos obtenido los resultados que anhelamos.
“La decepción forma parte de nuestra humanidad. Por lo que debemos aceptarla también y dejar de esperar que nunca más nos sintamos decepcionados”.. André Comte-Sponville
Tenemos que ser realistas y aprender a relacionarnos con las personas tal y como son, no como nosotros esperamos o deseamos que sean. Proyectamos e idealizamos y esto no nos permite relacionarnos de forma sincera y real, sólo de una forma fantasiosa. Pero no te preocupes, tenemos varias estrategias para superar una decepción.
Primeramente, debemos controlar nuestra expectativa, podemos evitar esa terrible sensación de sentirnos decepcionados disminuyendo el nivel de esperanza con las personas que nos rodean y con nosotros mismos. No tener una mayor expectativa de la gente no es una idealización de que todas las personas nos van a fallar, hay que ver a las personas como son y no como deseamos que fuesen, aceptando sus comportamientos así no nos agraden.
Evitemos los desengaños, aprendamos a dejar las rupturas de confianza que hayamos experimentado en el pasado, no debemos dejar que afecte nuestro presente, evitemos construir una pared como mecanismo de defensa para tratar de evitar futuras decepciones, esto sólo hará que nos sintamos solos, alejados de la sociedad y viviriamos sólo con miedo. Igualmente existe la probabilidad que durante nuestra vida lleguemos a sufrir por alguna traición, el engaño y la mentira de alguien que consideramos de confianza.
Aprendamos a expresar nuestros sentimientos ante una persona de confianza, y si es necesario, directo con la persona que ha realizado alguna falta u ofensa, así entenderá nuestras emociones. Esto es en relación a una decepción de un tercero hacia nosotros. Si deseamos que esta persona continúe estando en nuestras vidas, será bueno abrir un canal de comunicación, y si por el contrario preferimos que esta persona no continúe más en contacto ser lo suficientemente claros.
Sea cual sea su decisión, como en una u otra opción, es vital aprender a soltar y a perdonar, nos evitamos llevar un rencor innecesario en nuestra vida, que sólo logrará causarnos penas.
Cuando sentimos decepción por alguien o por algo, aparecen sentimientos vinculados a la tristeza, la rabia, el miedo o la frustración. Primordialmente debemos aprender a identificarlas, evidenciarlas, de una vía sana que no sean crónicas y que luego vayan en nuestra contra.
Siempre es necesario darnos nuestro espacio para vivir nuestra pena, llorar y sacar la rabia que nos produzca alguna situación inesperada de decepción o sosiego.
Es importante, luego de pasar el duelo por una decepción, realizar un análisis de nuestras expectativas hacia las personas, hacia la vida y hacia nosotros mismos, y darnos cuenta si realmente tendemos a idealizar nuestras relaciones interpersonales. Una decepción nos recuerda que nuestras relaciones están en constante cambio y aprender a aceptar lo incontrolable de las mismas.
Una decepción nos conlleva a la reflexión, al menos debería, sobre su aceptación, aprender a vivir en un plano real y no en uno de ilusiones que nos trae desilusiones. Aprender la diferencia entre aceptarla o resignarse, no es renunciar a la esperanza de recibir lo mejor que nos puede dar la vida.
¨Aceptar es tomar nota de lo que ya está ahí: acoger el mundo tal como es, en vez de exhortar a que sea como debería ser. Es aceptar también la decepción, reconocer tranquilamente que esperábamos algo distinto.¨
Muchas decepciones nos resultan dolorosas, tanto así que llegaríamos a sentir que nunca más podríamos depositar nuestra confianza en nadie, llevándonos a correr el riesgo de ser paranoicos, desconfiados e inaccesibles, incluso a ser injustos con las personas que nos rodean.
¨Nadie nos puede asegurar que nuestros seres queridos no nos “fallarán”, pero aceptar la posibilidad y disfrutar de la relación en el presente es la opción más inteligente¨
Para superar una decepción, intentemos no esperar nada, intentemos no tener elevadas expectativas de nuestras vivencias. Pero ciertamente ese desapego supremo no nos parece muy gozoso ni atractivo. Siempre se debe vivir con esperanzas y asimilar que en muchas ocasiones no todo será como lo creíamos o como lo quisiéramos, que en ocasiones siguen decepciones, no podemos eliminar todas las ilusiones sólo por no experimentar o sentir ningún tipo de decepción.
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