Es importante que tengamos en mente que aprendizajes hemos hecho durante este tiempo. Para ello, te animo a que pares un momento, deja lo que estés haciendo, cierra los ojos, respira conscientemente y pregúntate “¿qué aprendizajes he adquirido?"
Es importante que tengamos en mente qué aprendizajes hemos hecho durante este tiempo. Para ello, te animo a que pares un momento, deja lo que estés haciendo, cierra los ojos, respira conscientemente y pregúntate “¿qué aprendizajes he adquirido durante este confinamiento?”.
Algunos aprendizajes pueden ser los siguientes:
No asociar nuestra felicidad a gastar dinero: en ropa, en caprichos innecesarios, en tener que compartir fotos en lugares lejanos de vacaciones, etc. Durante estos meses, hemos pasado de compartir fotos de lugares lejanos de vacaciones a encontrar la belleza en rincones desconocidos de nuestra casa. De sentirnos satisfechos por comer en tal o cual restaurante a caer en estados cercanos al éxtasis solo por tener todos los ingredientes necesarios para poder cocinar un pastel. Esto no significa que no volvamos a disfrutar de las cosas de antes, pero tenemos delante la oportunidad de no perder esta nueva mirada más apreciativa y agradecida hacia los pequeños detalles que conforman una vida.
Bajar la velocidad: Íbamos demasiado rápido. Tanto, que el estrés ya era una de las mayores preocupaciones sanitarias en el mundo. Ahora que el foco ha cambiado, ahora que hemos experimentado a la fuerza cómo se vive sin correr –aunque nos hayamos visto expuestos a otra clase de ansiedades–, vale la pena replantearse si lo que queremos es volver a lo de antes.
Darnos una ducha relajante, hacer pausas recuperadoras a lo largo del día para respirar, o dedicarnos un día show a la semana pueden ser buenas estrategias para no abandonar lo aprendido una vez avancemos más en la desescalada.
Planificar menos: El confinamiento ha cancelado miles de eventos, de reuniones, vacaciones, conciertos, compromisos… El parón nos ha hecho darnos cuenta de que, al fin y al cabo, los planes solo son cosas escritas en una agenda. Por eso, uno de nuestros propósitos para la nueva normalidad podría ser improvisar más. La vida sucede y no la controlamos. Y esa incertidumbre también deja un espacio muy amplio para vivir completamente abiertos a las posibilidades del momento presente.
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